En tiempos, el tráfico por estos caminos era recorrido por los carros con una yunta de bueyes atados al yugo. Delante, caminaba el dueño al paso lento que imponían los animales, con su aguijada sobre el hombro, -ijá en el coloquial de la zona-
Senderos de tierra, filas de cercados de piedra perfilando la ruta. En los prados de los alrededores, las vacas pastaban la hierba fresca.
Los hombres y mujeres segaban con la hoz los sembrados de cereales. La guadaña la utilizaban para la hierba.
Los aficionados al senderismo o la bici de montaña, pueden descubrir actualmente algunos de estos caminos y disfrutar de los robles, los pinos, las encinas, el agua que sorprende en cualquier recodo, y arriba, en lo más alto, Peña Negra y el Pico de Neila.
Una sugerencia muy accesible es la ruta hasta el cercano pueblo de Becedas.
Poco más de 6 kilómetros ida y vuelta.
Hay que partir de la plaza de San Bartolo, junto a la Iglesia. Por la parte baja del pueblo, en
dirección a Neila de San Miguel. A un kilómetro, por un desvío a la derecha, parte un camino de
tierra, que sin grandes dificultades, pasada una ermita, acabará en Becedas. Pueblo bien conocido por la estancia de Santa Teresa de Jesús y la visita de Miguel de Unamuno.
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